Las anécdotas inolvidables de Experiencity
Os contamos algunas de las experiencias y anécdotas más divertidas que hemos vivido en estos casi dos años.
El guante de oro
Como muchos ya sabréis, el equipo de Experiencity ha participado en todo el proceso de creación de nuestras salas de escape originales, desde diseñar la idea hasta dar la última pincelada a la decoración.
Pues bien, el primer día de obra, cuando por fin llegó la hora de dar forma a nuestras ideas, nos plantamos en el local con toda la ilusión del mundo ataviados con el uniforme del obrero amateur: camisetas de publicidad de cerveza y viejos pantalones de chándal de táctel de tallas poco adecuadas. Ningún desafío o tarea era inasequible a nuestro espíritu; habíamos abierto candados manoseados por mil manos, descifrando enigmas dignos de pirámides con momia zombie, rodado cual croqueta por pasadizos secretos… pero toda valentía resultó insuficiente para el choque de realidad que tuvo uno de nosotros.
Nunca olvidaremos el difícil momento en el que nuestro albañil predilecto, “R”, le pasó el primer saco de 25kg de cemento a nuestro inocente compañero, que lo recibió en sus brazos y lo acompañó hasta el suelo con una aceleración igual a 9,8 m/s2. Vamos, que el saco cayó a plomo con él detrás, momento en el cual se ganó el apodo de “Guante de Oro”, título que aún conserva orgulloso de aquellos brillantes tiempos en los que todo aquello era…
¡Un gimnasio!
Efectivamente, Experiencity está construido en lo que antes fue un antiguo gimnasio del cual sólo conservamos un par de elementos en la Experiencia Amarilla y Experiencia Roja. No ha cambiado tanto, antes la gente hacía gimnasia con sus músculos y ahora lo hacéis con la cabeza ¿Y sabéis qué era antes?
Pues formó parte de la Estación de Imperial, como un honroso almacén de carbón, lo cual explicaría el hecho de recibir ese negro mineral todos los días de Reyes. No, no pensamos que pueda tener que ver con los innumerables vaciles, trolleos y chistes que hacemos a vuestra costa, eso son gestos de amor y nuestros terapeutas no nos consiguen convencer de lo contrario.
Be escuadra, my friend
Corría el año 2018, era invierno y por fin habíamos acabado la obra de la Experiencia Roja. El siguiente paso fue construir algunas estructuras no permanentes de madera (perdón por el spoiler). Pan comido, pensamos, “¡pásame el martillo, los clavos y el pollo con polea!” - dijo uno que había montado varios muebles de Ikea y se pensaba el híbrido perfecto de McGiver, el vasco de bricomanía y Jordi Cruz de Art Attack.
Nos pusimos manos a la obra con la temeridad que nos caracteriza pero, también, con un perfeccionismo rayano en el absurdo que acaba con debates que ríete tú del Sálvame o el Congreso de los Diputados (sentimos la redundancia de esta comparación).
Total, que todo eran risas y serrín hasta que decidimos que “las escuadras no se pueden ver” y nos las tuvimos que ingeniar para crear estructuras sólidas con escuadras en lugares invisibles o disimuladas. No es fácil, creednos, le echamos mucho tiempo antes de darnos cuenta de que el mismo perfeccionismo que nos llevó a esa conclusión haría que los detalles de la decoración llamaran mucho más la atención que un elemento estructural.
Desde entonces, cada vez que vamos a un escape room y vemos una tierna escuadra, la miramos con ternura rememorando aquellos momentos en los que nos obsesionamos con cosas en las que nadie se fija.
Encerrados en China
En una de las primera sesiones de la Experiencia Roja, la game master a cargo tuvo que entrar a ayudar al grupo para ejecutar una tarea que se les había atascado.
Como la inmersión es un factor importantísimo para nosotros, preparó su historia para intervenir, se atavió con el atrezzo oriental preparado para las circunstancias y entró cerrando la puerta a su paso. Puerta que sólo se podía abrir desde la sala anterior. Por suerte había cogido el móvil y tras actuar unos cuantos minutos para mantener al grupo dentro de la historia, pudo avisar a un compañero para que le abriera.
A día de hoy, podemos decir que el micro ataque al corazón que sufrió no le ha dejado casi secuelas a nuestra game master y que vive feliz en su granja de mejillones salvajes en un alejado pueblo de la costa norte donde no hay puertas, pestillos, candados ni farolillos chinos.
Casi famosos
Por Experiencity han pasado muchos famosos aficionados al escapismo: músicos, deportistas, influencers... ¡y hasta algún político! Siempre es bello descubrir cómo los famosos se parecen a nosotros: comen, descomen, juegan… ¡y algunos lo hacen francamente bien!
Nuestro equipo de famosos favorito cuenta con un futbolista internacional entre sus miembros. Vinieron a hacer la Experiencia Roja y les debió molar porque acudieron raudos a disfrutar también de la Experiencia Amarilla.
Cuando vimos la reserva, pensamos en pedirle un autógrafo para regalárselo por su cumpleaños a Roberto, el camarero del bar del barrio en el que afectuosamente nos alimentan como si fuéramos sus vástagos. De tan bonito detalle se encargó nuestro game master más extrovertido que, da la casualidad, también es el más despistado, imprimió la foto (en papel del bueno, ¿eh?) y al terminar la sesión, le pidió humildemente un autógrafo a nombre de… RUBÉN.
Por suerte alguno de nuestros artistas pudieron tunearlo para poner el nombre correcto y nuestro querido camarero encontró su autógrafo al final de la Experiencia Roja sin sospechar que su game master es medio disléxico.